Sólo hay que ser conscientes de lo que compramos y aprender a gastar bien nuestro dinero en las cosas que realmente importan, en buenos productos, nuestro cuerpo y el planeta nos lo agradecerán.
La esperanza está en nuestras manos, en tus manos, en las mías y en las de nuestros niños. Realmente depende de nosotros. Somos nosotros quienes podemos hacer la diferencia. Si tenemos vidas en las que conscientemente dejamos la huella ecológica más ligera posible, si compramos las cosas que son éticas para nosotros y no compramos lo que no lo es, podemos cambiar el mundo de la noche a la mañana.
Cuando te das cuenta del valor de toda la vida, que insistir menos en lo que es pasado y concentrarse más en la preservación del futuro.
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